Hetero busca hetero

Hombre, yo creo que todos los gays miramos siempre mucho el grado de pluma-masculinidad. Habrá a quien le gusten con más pluma y habrá que le gusten más masculinos. Claro, que una cosa es eso y otra muy distinta seguir leyendo a estas alturas de la vida que hetero busca hetero. A ver, corazón de melón, en la definición de hetero se especifica que NO te gustan las personas de tu mismo sexo, solo las del otro. Pues nada, que por lo visto hay heteros que en lugar de hablar de fútbol se te dan la vuelta en cuanto te descuidas (encima).

Y, bueno, el tema es que los heteros siempre tienen ese nosequéquequéséyo que nos atrae como moscas a la miel(da). No hay más que ver el porno que se vende (o se encuentra por intenné) hoy en día: heteros a los que se les paga por hacer guarrinadas con otros tíos, heteros a los que se les engaña para que hacer cosas, fraternidades de heteros que viven en una isla perdida y se dedican a retozar unos con otros... que, a ver, yo tampoco me he visto en la situación de que me quieran pagar por hacer un coñilingus, pero así por de pronto, como que me daría bastante asquete...

Y ya no es lo de que un hetero se la pueda chupar a otro, que, llegados a un punto, cierta necesidad económica o cierto grado de alcohol en sangre podrán hacer milagros... y al final es un trozo de carne, no sé... pero ya otras cosas como besarse (como se besan), dejársela meter (y correrse con ella dentro) o incluso comerse la corrida de otro (sin poner cara de asco, claro), como que ya no lo veo yo tan normal... llámame raro.

Yo una vez, hace años, quedé con uno que decía que lo era... me contó que había probado con su novia lo del punto-g masculino (poniéndose ella un arnés de esos, por lo visto... ay los puntos-g...) y había pensado que si un trozo de plástico le molaba tanto, algo real, más. Pues bueno, la diferencia más evidente con cualquier otro polvo era que no quería besar... cosa que a mí me mataba completamente, pero bueno. Por lo demás, ninguna diferencia... Bueno, sí, que tenía la manía de que me tenía que depilar para quedar con él... y me duró como dos polvos, claro. Chico, que una es osa y los pelos no me los toca nadie, por mucha filia que tengan los heteros (por lo visto) a las depilaciones.

Otra vez también recuerdo que, por un chat de estos extraños, contacté con uno que decía que era hetero... y buscaba hetero, claro. Yo, por no aburrirme (por ejemplo), le dije que yo estaba igual. Había que ver las fantasías que me contaba... vamos, que muy de hetero no eran. Pues un día me entró la rayada y le confesé que yo tenía muy clara mi vida sexual (aburrimiento de la situación, que tampoco era nada del otro mundo... llámalo como quieras). Pues nada, la última vez que hablamos.

Ha habido otras veces con heteros (que una tiene un pasado), pero siempre ha sido más o menos igual: miedo a las plumas, a salir del armario... eso sí, hay que reconocer que a la hora de la verdad le ponen muchas ganas a todo, aunque tampoco creo que yo hubiera sido el primero ni el último de ninguno de ellos... eso y que a veces te encuentras heteros con más plumas que María Jiménez...